Los maridajes tradicionales se basan en la estructura del vino y el alimento, combinando intensidades similares y complementando sabores. Algunos ejemplos infalibles incluyen:
- Vino tinto con carnes rojas: Un Cabernet Sauvignon o un Malbec resalta la jugosidad de un buen entrecot gracias a sus taninos, que equilibran la grasa de la carne.
- Vino blanco con pescados y mariscos: Un Sauvignon Blanc o un Albariño refuerzan la frescura de platos marinos con su acidez vibrante.
- Queso y vino: Los quesos curados encuentran su pareja ideal en un vino tinto estructurado como un Tempranillo, mientras que los quesos suaves combinan con blancos ligeros como el Chardonnay.
- Postres y vinos dulces: Un Sauternes con foie gras o un Oporto con chocolate negro son combinaciones clásicas que realzan los matices dulces y umami.



